La propensión a mantener el status quo no permite ver oportunidades
La forma en que nos relacionamos con el dinero determina gran parte de nuestro futuro económico. Si no lo apreciamos, no ahorraremos. Si lo vivimos con culpa, no lo multiplicaremos. Si asumimos que "así como viene, se va", no buscaremos formas de invertirlo. Si pensamos que es "la vida misma" la que nos lleva a administrarnos, no le enseñaremos a nuestros hijos cómo hacerlo.Así lo advierte Solomón Raydán, fundador de la Fundación de Financiamiento Rural (Fundefir), organización que promueve el desarrollo económico y social en las comunidades.En el marco de una Feria de Emprendedores que tuvo lugar en BOD-Corpbanca de La Castellana la semana pasada, Raydán señaló que en América Latina menos del 3% de las pequeñas compañías alcanzan los cinco años de vida, pero ese porcentaje se eleva cuando el empresario se capacita y desarrolla sus habilidades. Esto se logra, en gran parte, identificando las barreras internas -preconceptos o supuestos- que impiden el crecimiento financiero."El dinero no vale igual para todos, ni siquiera para cada uno en distintos momentos o fases de la vida. Cuanto más conscientes estemos de lo que representa, mejor uso haremos de nuestras finanzas", señaló. "El dinero no es un hecho objetivo, sino vinculado a nuestras percepciones, experiencia y personalidad", agregó.Raydán enumeró una serie de factores que determinan lo que se ha dado en llamar "economía emocional". Consisten en tendencias que, con frecuencia, llevan a conductas poco analíticos, que conviene revisar. Aversión a los extremos. Ante varias opciones en la que la persona debe elegir, generalmente la inclinación recae en la del medio. Por ejemplo, para comprar un vino, es frecuente que la gente elija el de precio intermedio. "Se tiende a favorecer aquella opción que representa el medio, porque la mente evita los extremos, pero debemos analizar la lógica de esa tendencia que puede hacernos perder oportunidades en los negocios", dice Raydán. Aversión a la pérdida. Estudios sobre el comportamiento demuestran que la gente, en promedio, tiende a negar las situaciones de riesgo y continúa hasta el final con sus proyectos, aún a sabiendas que no tendrán buen resultado final. "Si la persona sabe que hizo un mal negocio pero invirtió en él 80% del total, generalmente decide completar 100% de la inversión. Contradictoriamente, prefiere seguir adelante para no enfrentar el hecho de la pérdida del 80%, aunque termine perjudicándose más", advirtió. Aversión a los conflictos. La mayoría de las personas prefiere, aunque no lo reconozca, aceptar alguna situación que no le conviene con tal de evitar problemas. "Esto ocurre con frecuencia en las relaciones empleador-empleado y aplica a los negocios y cómo los enfrentamos", observó.Anclaje. La mente queda fijada en el último valor referencial, perdiendo la perspectiva general de su situación. "Gastamos más a fin de año porque quedamos anclados en las ganancias de las utilidades y olvidamos rápidamente todo lo que sufrimos los meses anteriores por no tener suficientes ingresos", ejemplificó. Efecto marco. Valoramos la información en función de su contexto, lo que afecta nuestra toma de decisiones. "No es lo mismo que nos digan que un producto cuesta Bs.60, que nos indiquen que tiene más del 50% de descuento. Esto último seduce más, aunque el monto sea el mismo", señaló.Propensión al status quo. La tendencia promedio de la gente es mantener su situación tal cual está. La mente parece regirse por "más vale malo conocido que bueno por conocer", lo que puede ser acertado en muchas ocasiones, pero en otras un o obstáculo para reconocer oportunidades.Según Raydán, no basta con tener ideas y hacer planes de negocio, sino que conviene trabajar sobre las percepciones que tenemos del dinero y en las barreras que puedan estar actuando, para evitar que estas nos jueguen "malas pasadas".
Tomado de elmundo.com.ve
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